El nombre de Adahuesca procede del término latino Abosca, que significa “hacia Huesca”. De este término Abosca, procede el gentilicio de sus habitantes: aboscenses.
Los primeros pobladores de Adahuesca de los que tenemos constancia debieron vivir en la Sierra de Sevil por los años 6000-8000 a.C. Evidencias de su presencia en la Sierra son las pinturas rupestres halladas en la cueva de Labarta y el covacho de Sevil. Estas muestras forman parte del Parque Cultural del Río Vero y están declaradas por la UNESCO Patrimonio Mundial.
Tras la Prehistoria, el territorio de Adahuesca formó parte del área de expansión de los íberos ilergetes, territorio que fue paulatinamente romanizado entre el s. II a.C. y el cambio de era, e integrado en la Provincia Tarraconense.
Adahuesca debió ser reconquistada por los reyes cristianos, probablemente por Sancho Ramírez, a finales del siglo XI, al mismo tiempo que Alquezar y Abiego.
Por los documentos existentes en el Archivo Municipal, parece que Adahuesca siempre quiso pertenecer al patrimonio real, pero no siempre lo consiguió. A lo largo de la Edad Media, están documentadas una serie de transacciones entre los Reyes de Aragón y la nobleza, que afectan tanto a Adahuesca como a Sevil, que a la sazón eran dos concejos independientes. El interés de ambos
pueblos por comprar su libertad llevó a Sevil a la ruina económica y Adahuesca solicitó la anexión de su territorio que se hizo efectiva por el Privilegio de la Unión otorgado en 1476 por Juan II de Aragón. El Papa Julio III, en el año 1553, concedió a Adahuesca el patronato sobre la rectoría de Sevil, según consta en la bula papal.
En el año 1659, los tres últimos vecinos que quedaban en Sevil, convencidos por las decisiones judiciales, que siempre les eran desfavorables cedieron a la evidencia y vendieron sus propiedades al Concejo de Adahuesca.
Adahuesca fue Merinado (dependiente) de Barbastro en el Medievo, Sobrecullida de Barbastro al llegar el XVI, Vereda de Barbastro en el XVII y Corregimiento de la citada ciudad desde 1711 a 1833, año en que se convirtió en entidad autónoma como municipio, mientras eclesiásticamente seguía perteneciendo a la Diócesis de Lérida. A mediados del siglo XX, la parroquia dejó de pertenecer a esta diócesis, pasando a la de Huesca.